Diálogo entre un estudiante chino y un anciano: -Maestro Chang ¿por qué cree usted que en Occidente dicen que los chinos somos todos iguales? -Yo no soy el maestro Chang.
El relato me hizo acordar a una charla incluso con película, que realizó en mi infancia un misionero jesuita que había predicado en China continental. Fue en el salón de actos del viejo y vigente colegio Seminario, Sagrado Corazón. Al retornar a clase -5ª de primaria, año 1957- en la fila comentábamos que de acuerdo con la película los chinos parecían todos iguales.
Otro dato que conservo es sobre la escritura. En vez de letras se usan dibujitos. El misionero aludido dijo -lo que me impresionó- que habían más de treinta mil símbolos pero que en la práctica se usaban unos pocos miles. En algún momento histórico Japón estuvo dentro de los dominios de China y tomó como propia su forma de escribir. En Japón algo más de veinte años atrás le pedía a un intérprete me explicara el significado de algunas escrituras que veía en la calle. El significado de los símbolos era diferente al que le daban los chinos. Asia es otra cultura. Intelectualmente es distinto decir “un hombre” que ver una línea con brazo y piernas simplificados. Cada dibujo asiático es un relato.
China continental es una realidad apabullante. Tiene 1.400 millones de habitantes y dicen que la mitad o algo menos de la población sale de severos niveles de pobreza. Un intelectual francés, novelista y aventurero, respetado y fallecido en 1971, André Malraux, en una obra titulada “Antimemorias”, había visitado China y tratado con políticos de la era comunista que lideraba Mao Zedong. Aludía al gobierno de ese país como los “nuevos mandarines”. Insinuaba que el régimen rojo era un cambio de apariencia para una forma de gobernar y ser gobernado que se pierde en los orígenes del coloso asiático.
Actualmente China combina la más brutal de las tiranías con una solución económica cercana al capitalismo salvaje. Registra un progreso económico significativo y compite con las potencias de Occidente. Lo expresado introduce a la determinación de los orígenes de la pandemia del coronavirus que ha logrado apresar a 7.000 millones de seres humanos en sus casas. Las investigaciones chinas dieron a conocer al primer caso de la enfermedad y por ello se habla del “virus chino”. Aparentemente, el origen de todo estaría en los murciélagos. Téngase presente que en China se come de todo. Víboras, cocodrilos e insectos incluidos. Las jerarquías locales del partido comunista en los lugares en que se comenzó a consolidar el coronavirus, omitían denunciar el hecho por temor a represalias de sus superiores. El régimen totalitario impidió un ataque frontal a tiempo, del mal que aqueja hoy a toda la humanidad. Otro caso reciente tiene características similares: la peste porcina. La proteína animal promovida por la tiranía china ha sido el cerdo. Al igual que en el caso citado se expandió una epidemia que ha llevado en China a la faena de decenas de millones de chanchos, provocando una suba de la carne vacuna en el mercado internacional (cosa que nos favorece).
Los chinos dicen que el coronavirus sería producto de la acción malintencionada de un soldado norteamericano que habría sembrado la bacteria de forma oculta. Si precisan testigos podemos facilitarle a alguien ¡ vio el título de licenciado de Sendic!